
Oración: Señor Jesucristo, sacerdote eterno y Pontífice de nuestras almas, que, habiendo apurado en la cruz todas la hieles del amargo cáliz de tu pasión, aún sentías sed de padecer más tormentos por la salvación de los hombres; sed que abrasaba tu purísima alma con más vivos ardores que la que atormentaba tu santísimo cuerpo. Despierta en nosotros esta sed en que ardía tu Sagrado Corazón, sed de sufrir más y más por tu amor, sed de hacer cada vez con más perfección tu divina voluntad en el exacto cumplimiento de nuestros deberes, sed de tu gracia, de tus virtudes, de tus dones y de tu gloria. Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario