
El origen del 1 de mayo se indica en el libro de cuentas del Smo. Cristo, correspondiente al año 1630, "...que una sequía pertinaz agostaba los campos sin dejar verdor alguno en la región entera. Un clamor general invocaba la protección de la venerada imagen, pusiéronla en novena y escuchando el Santo Cristo las plegarias de sus devotos, los que creían no recolectar nada, hallaron que sus paneras apenas podían contener lo que el Sto. Cristo les había concedido.
Con este motivo y en acción de gracias por tan señalado beneficio el pueblo hizo voto, que aún hoy cumple escrupulosamente, de celebrar el día 1º de mayo una fiesta en honor al Sto. Cristo de Villarrín."
NOVENA en honor de la milagrosa imagen de Cristo Redentor bajo el título de los Afligidos
Acto de contrición
Redentor soberano de los hombres, humildemente postrados ante tu presencia, te adoramos con todo nuestro corazón y sobre todas las cosas te amamos y quisiéramos nunca haberte ofendido. Te pedimos perdón y misericordia por todas nuestras culpas. Acepta, Señor, en satisfacción de nuestras faltas y de todos los pecados del mundo, el valor infinito de tu sangre con tanta largueza derramada sobre la cruz, los méritos de tu pasión sacrosanta y los dolores de tu Madre dolorosa, a fin de que, siendo agradables a tus divinos ojos, nos hagamos dignos de bendecirte ahora en la tierra y después eternamente en el cielo. Amén
Oración para todos los días
Oh Cristo Bendito de los Afligidos, Dios omnipotente, que eres el autor de la gracia y el remunerador de los que te sirven, óyenos en nuestras tribulaciones y ten compasión de nosotros. Ojalá que no suspiremos por otros bienes, sino por ti, que eres el sumo Bien y has impreso en nuestra frente la lumbre de tu divinidad. Haz que no pongamos nuestra afición en las cosas que perecen, sino en la aceptación de nuestra cruz, ya que en la cruz está la salud, en la cruz está la vida, en la cruz la protección contra nuestros enemigos, en la cruz la celestial suavidad, en la cruz la fuerza del alma, en la cruz el gozo del espíritu y en ella nuestra salvación. Amén
Día primero. Oración
Cordero inocente, en quien jamás hubo la más ligera mancha que afeara el limpio espejo de tu santísima alma, fuente perenne de la gracia de Dios, ungido por el Espíritu Santo, los que fuimos concebidos en pecado y, con los fallos de cada día, manchamos la vestidura bautismal, necesitando la misericordia del Eterno Padre; te damos gracias por tu pasión, postrados delante de tu cruz, en cuyos brazos quisiste morir y derramar tu preciosa sangre para borrar con ella tantas iniquidades. Haz Jesús misericordioso, que llegue hasta nosotros el fruto de tu pasión; líbranos de la muerte eterna tantas veces merecida por nuestros pecados, para que podamos alabarte y bendecirte en esta vida y gozar del descanso eterno de tu gloria. Amén
Deprecaciones al Santísimo Cristo de los Afligidos en sus tres principales insignias
Oh preciosa herida abierta en el corazón de nuestro adorable Redentor para dar paso a las llamas de su inmenso amor. Haz que el incendio de caridad purifique nuestros pechos de la inmundicia del pecado.
Oh corona de espinas que atormentaste la cabeza de nuestro adorable Redentor con las puntas crueles de nuestros pecados, alcánzanos un santo y sincero arrepentimiento de ellos.
Oh cruz plantada en el corazón de nuestro adorable Redentor, árbol frondoso alimentado por la sangre divina para expiar nuestras culpas, concédenos una entera resignación a los designios de la providencia.
Oración final para todos los días
Acuérdate, Oh Santísimo Cristo de los Afligidos, amable protector nuestro, que jamás se ha oído decir que ninguno haya invocado tu protección e implorado tu auxilio sin haber hallado consuelo. Llenos de confianza en tu poder, venimos a tu presencia y nos encomendamos a ti con todo fervor. No deseches nuestras súplicas, Redentor Soberano, antes bien, acógelas propicio y dígnate acceder a ellas benignamente, concediéndonos de modo especial lluvias y temporales benéficos que fertilicen los campos de esta región, que es tuya, y proporcionen a todos el sustento y demás cosas necesarias para la vida corporal, si es que no se oponen a tu honra y gloria. Y tú, Virgen bendita, Madre dolorosa, que no rehusaste la compañía de la cruz, sino que junto a ellas estuviste, no caída, sino en pie, como columna de fortaleza, contemplando con inefable dolor al Hijo crucificado, míranos con ojos de piedad y concédenos la gracia de nuestra eterna salvación.
Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario