jueves, 21 de septiembre de 2017

Novena día sexto

Día sexto: "Sitio" (Tengo sed) (S. Juan 19, 28)















Oración: Señor Jesucristo, sacerdote eterno y Pontífice de nuestras almas, que, habiendo apurado en la cruz todas la hieles del amargo cáliz de tu pasión, aún sentías sed de padecer más tormentos por la salvación de los hombres; sed que abrasaba tu purísima alma con más vivos ardores que la que atormentaba tu santísimo cuerpo. Despierta en nosotros esta sed en que ardía tu Sagrado Corazón, sed de sufrir más y más por tu amor, sed de hacer cada vez con más perfección tu divina voluntad en el exacto cumplimiento de nuestros deberes, sed de tu gracia, de tus virtudes, de tus dones y de tu gloria. Amén



Meditación: El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. He aquí el pregón, he aquí la proclama que desde la Cruz nos envía nuestro buen Jesús. ¿Y por qué? Porque precisamente Él que es sapientísimo y conoce nuestras necesidades vino del cielo y se puso en esa Cruz para redimirnos y pagar lo que debía el mundo; pero también para enseñarnos lo que cada uno de nosotros debe hacer. Para mostrarnos con su ejemplo que debemos crucificar el hombre viejo, o sea, destruir todos los desórdenes heredados del antiguo Adán, a fin de que en nuestra vida aparezca el adán nuevo, el hombre de Dios "Ut vita Jesu manifesteur ir corpurabus nostris" para que la vida santa de Cristo se manifieste en nuestros cuerpos según dice San Pablo.
Para esto no hay más remedio que reproducir en nosotros la imagen de este Rey Crucificado: tenemos desordenados los pensamientos y es preciso sujetarlos con la corona de espinas de la mortificación: tenemos desordenados los pies y las manos, que tienden a andar y obrar por los caminos de la maldad y hemos de fijarlos en la cruz de la ley de Dios con los clavos de la mortificación: tenemos desordenados los efectos del corazón y es preciso destruir lo desordenado de estos afectos con la daga de la mortificación. Cristo crucificado! he ahí el modelo completo de la vida cristiana en este mundo.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Novena día quinto

Día quinto: "Eli, Eli, ¿lamma sabacthami? (Dios mío, dios mío, ¿por qué me has abandonado?) (Mt. 27, 46)




















Oración: Señor, Jesús crucificado, alegría de los ángeles, esperanza de los justos, misericordia de los pecadores, refugio de los desamparados y consuelo de los afligidos que, cubierto en la cruz con la negra mancha de nuestros pecados, te viste sumergido en un mar de amarguras, sacudido por un huracán de penas y privado de todo consuelo hasta el punto de clamar al Eterno Padre por el triste abandono en que te había dejado por los pecados de los hombres; te pedimos humildemente la gracia de sufrir con paciencia nuestros trabajos, de llorar nuestras iniquidades que fueron la causa de tu abandono y amargas penas, de acompañarte en tus sufrimientos y de compadecerte en tus dolores, para que así participemos también en tus gozos eternos. Amén

martes, 19 de septiembre de 2017

Novena día cuarto

Día cuarto: "Mulier, ecce filius tuus" (Mujer, he ahí a tu hijo) (S. Juan 19, 26)




















Oración
Señor Jesús, Redentor nuestro, que al partir de este mundo nos dejaste tu Palabra, la Eucaristía y todos los dones de tu Espíritu para enriquecernos con todas tus virtudes; pero, no contento con esto, nos has dado el don más precioso que tenías en la tierra, tu dulcísima Madre, cuando, al verla con el discípulo amado al pie de la cruz, contemplando tus acerbos dolores, le dijiste: "Mujer, ahí tienes a tu hijo", y luego al discípulo: "ahí tienes a tu madre", constituyéndola con estas palabras por Madre de misericordia de todos los redimidos, para que siempre acudan a ella como al más eficaz refugio contra las asechanzas del enemigo y al puerto más seguro de la salvación... Concédenos la gracia de invocarla en todos nuestros peligros, de imitarla en sus virtudes, de honrarla en sus privilegios, de acompañarla en sus dolores, para hacernos dignos de su protección durante la vida y, sobre todo, en la hora de nuestra muerte. Amén

Meditación: La cruz es santísima. Sanctior universis
Jesucristo, nuestro Redentor, al venir a este mundo, no se contentó con inocular en nosotros el soplo inmortal de la verdad, sino que quiso que fuéramos santos por los medios que puso a nuestro alcance, entre los cuales está de un modo especial el culto a la Sta. Cruz, que Él dignificó.
La Cruz, o sea, el sacrificio infinito que en ella se ofreció, es indudablemente el acto principal de la redención del mundo. Las santas Escrituras afirman con toda claridad que hasta que Jesucristo se inmola en la Cruz la reparación de las ofensas hechas a Dios no está acabada ni la alianza entre el cielo y la tierra totalmente establecida. De ahí, o sea, de que la Cruz es el acto en que nos ganó a todos la vida, según las expresivas frases de S. Pedro (1-2-24): "Llevó todos nuestros pecados en su cuerpo sobre el leño de la Cruz, para que muertos al pecado, vivamos a la santidad", viene a este sagrado leño la santidad máxima: materialmente por el contacto íntimo con el cuerpo del Salvador y formalmente porque en él se realizó la destrucción, la inmolación completa del mismo Señor en obsequio a la divinidad. Por eso la Iglesia canta en sus estrofas: Luxtras sex, etc.
Tú solo fuiste digna y mereciste
el que en ti se ofreciese en sacrificio;
ser arca y preparar al mundo triste
el puerto en que evitaste el sacrificio;
la sangre del cordero más sagrada
te roció de tu cuerpo destilada.
Acojámonos, devotos del Sto. Cristo de los Afligidos, a esta arca santa, pues entrando en ella, seremos todos salvos y llegaremos al puerto de la gloria con facilidad suma, llevando la rama verde de la inmortalidad.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Novena día tercero


Oración para este día: "Hodie mecum eris in paradiso" (Hoy estarás conmigo en el paraíso) (S. Lucas 23, 43)

Jesús crucificado, lleno de amor, de cuyo corazón abierto brotan a raudales copiosas aguas de la misericordia de Dios para con los hombres. Jesús, tierno y bondadoso, que en un momento perdonas al buen ladrón sus enormes pecados para enseñarnos la grandeza de tu gracia, capaz de convertir en un instante a los mayores pecadores en grandes santos, haz que no nos obstinemos en nuestras iniquidades, acabando nuestra vida en la impenitencia final, sino que, como el buen ladrón, las detestemos, implorando contritos el perdón de tu clemencia para merecer oír como él, de tus labios, en la hora de nuestra muerte, estas palabras: "hoy estarás conmigo en el Paraíso". Amén

Meditación: La cruz amada de los hombres. Homnibus multum amabilis
Entre los milagros que obró en la tierra Jesucristo, nuestro Redentor, ocupa lugar preferente el hacer amable lo que antes de Él personificaba el odio, el escarnio y la infamia. Cierto que dulce hizo el Salvador su cuna de Belén y amable el taller de Nazaret; que se mostró maestro en las bienaventuranzas, soberano en la barca de Pedro subyugando la tempestad, sublime en el monte Olivete levantándose a los cielos; pero donde aparece más dulce, amable, más sabio, es en la cruz atrayendo a la humanidad entera hacia Dios y estableciendo el pacto de amistad entre el cielo y la tierra, pues, como dice el P. Granada "quien pusiera los ojos en la cruz, luego echará de ver que todas sus ramas dan fruto de paciencia y mansedumbre" y porque, como cantó un poeta

Siempre la cruz, donde el consuelo anida,
del débil y del fuerte
entre Dios y los hombres suspendida
dignificó la lucha de la vida
y endulzó la amargura de la muerte.

Por eso no es de extrañar que la historia cristiana esté llena de enamorados de la cruz y veamos que, desde la Ssma. virgen, que se abrazó a la cruz con su hijo, desde la Magdalena, que la amó ardientemente y desde S. Pablo, que se crucificó a sí mismo, y en esa crucifixión rebosó la felicidad, hasta los mártires más modernos, todos amaron tanto el seguimiento y aceptación de la cruz que nada sabían sino las enseñanzas que de ella se desprenden. Allá fue a estudiarla Sta. Teresa de Jesús, allá fue el estático S. Bernardo, allá fueron los fundadores de religiones y allí tienen que ir a beber como en fuente única, todos los que quieran echar las primeras líneas en la escuela de la santidad.
Amemos nosotros, devotos del Sto. Cristo de los Afligidos, el camino de la Cruz, que siguió nuestro adorable Redentor, porque él será siempre el camino de la vida humana, endulzado por el río de misericordia que sale de su Corazón, abierto por la lanza del soldado en el árbol de la Cruz.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Novena día segundo

En este día y en los posteriores se dirá todo como en el 1º, menos lo siguiente:

Oración para este día: Pater, dimitte illis, non enim sciunt quid faciunt. (Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen) (S. Lucas, 23, 34)

Señor Jesucristo, maestro perfecto de los hombres, que subiste al trono de la cruz para convertirla, de señal de ignominia y maldición, en cátedra sublime de tus enseñanzas y en fuente inagotable de gracias y bendiciones, haz que aprendamos la primera y más sabia lección que nos enseñas desde la cruz cuando imploraste, lleno de misericordia, la clemencia del Padre celestial para los que con tanta fiereza te atormentaban y escarnecían, diciendo: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Ya que, como cristianos y discípulos tuyos, estamos obligados a perdonar a nuestros enemigos y nos dices que si no perdonamos tampoco seremos perdonados, concédenos la gracia de ablandar la dureza de nuestro corazón, para que generosamente perdonemos a los que nos han agraviado y, de este modo, merezcamos que tú nos perdones para que seamos dignos de cantar eternamente tus misericordias en el paraíso de tu gloria. Amén















Meditación: La Cruz es celebrada en todo el mundo. Mundo celebris
La cruz, que los judíos conceptuaron de gran escándalo y los gentiles del colmo de la necedad, fue convertida por Jesucristo en poder de Dios y en eje de la historia de la humanidad. Cuando fuere levantado sobre la tierra (en la cruz) atraeré a mí todas las cosas, dijo a Nicodemus nuestro divino Redentor; y en efecto, como alrededor del sol giran los planetas, en torno del Calvario ruedan los siglos. Sin la cruz nada serían las grandes epopeyas de la historia; con ella los soldados se hacen héroes y los héroes son los inscritos a millares en las hojas del libro de los santos. Grande se hizo Constantino enarbolando el estandarte santo de la Cruz; bajo la bandera de la cruz, en sus hombros de atleta sostuvo el imperio, que se desplomaba, Teodosio el Grande. Grande fue Heraclio rescatando el leño santo, donde había expirado el Salvador del mundo; grandes aquellos ejércitos de hombres y de mujeres que al grito de "Dios lo quiere" redimieron con sangre los lugares en que Cristo vertió la suya para redimirnos...
Formemos al lado de la Cruz, devotos del Santísimo Cristo de los Afligidos y, al celebrar las victorias, en las que brilla la civilización y florece la paz y la unión de las almas, alegrémonos de ser hijos sumisos de la Cruz, llevándola en nuestras costumbres como divisa y enseñanza de eternal ventura.