Oración
Señor Jesús, Redentor nuestro, que al partir de este mundo nos dejaste tu Palabra, la Eucaristía y todos los dones de tu Espíritu para enriquecernos con todas tus virtudes; pero, no contento con esto, nos has dado el don más precioso que tenías en la tierra, tu dulcísima Madre, cuando, al verla con el discípulo amado al pie de la cruz, contemplando tus acerbos dolores, le dijiste: "Mujer, ahí tienes a tu hijo", y luego al discípulo: "ahí tienes a tu madre", constituyéndola con estas palabras por Madre de misericordia de todos los redimidos, para que siempre acudan a ella como al más eficaz refugio contra las asechanzas del enemigo y al puerto más seguro de la salvación... Concédenos la gracia de invocarla en todos nuestros peligros, de imitarla en sus virtudes, de honrarla en sus privilegios, de acompañarla en sus dolores, para hacernos dignos de su protección durante la vida y, sobre todo, en la hora de nuestra muerte. Amén
Meditación: La cruz es santísima. Sanctior universis
Jesucristo, nuestro Redentor, al venir a este mundo, no se contentó con inocular en nosotros el soplo inmortal de la verdad, sino que quiso que fuéramos santos por los medios que puso a nuestro alcance, entre los cuales está de un modo especial el culto a la Sta. Cruz, que Él dignificó.
La Cruz, o sea, el sacrificio infinito que en ella se ofreció, es indudablemente el acto principal de la redención del mundo. Las santas Escrituras afirman con toda claridad que hasta que Jesucristo se inmola en la Cruz la reparación de las ofensas hechas a Dios no está acabada ni la alianza entre el cielo y la tierra totalmente establecida. De ahí, o sea, de que la Cruz es el acto en que nos ganó a todos la vida, según las expresivas frases de S. Pedro (1-2-24): "Llevó todos nuestros pecados en su cuerpo sobre el leño de la Cruz, para que muertos al pecado, vivamos a la santidad", viene a este sagrado leño la santidad máxima: materialmente por el contacto íntimo con el cuerpo del Salvador y formalmente porque en él se realizó la destrucción, la inmolación completa del mismo Señor en obsequio a la divinidad. Por eso la Iglesia canta en sus estrofas: Luxtras sex, etc.
Tú solo fuiste digna y mereciste
el que en ti se ofreciese en sacrificio;
ser arca y preparar al mundo triste
el puerto en que evitaste el sacrificio;
la sangre del cordero más sagrada
te roció de tu cuerpo destilada.
Acojámonos, devotos del Sto. Cristo de los Afligidos, a esta arca santa, pues entrando en ella, seremos todos salvos y llegaremos al puerto de la gloria con facilidad suma, llevando la rama verde de la inmortalidad.
Meditación: La cruz es santísima. Sanctior universis
Jesucristo, nuestro Redentor, al venir a este mundo, no se contentó con inocular en nosotros el soplo inmortal de la verdad, sino que quiso que fuéramos santos por los medios que puso a nuestro alcance, entre los cuales está de un modo especial el culto a la Sta. Cruz, que Él dignificó.
La Cruz, o sea, el sacrificio infinito que en ella se ofreció, es indudablemente el acto principal de la redención del mundo. Las santas Escrituras afirman con toda claridad que hasta que Jesucristo se inmola en la Cruz la reparación de las ofensas hechas a Dios no está acabada ni la alianza entre el cielo y la tierra totalmente establecida. De ahí, o sea, de que la Cruz es el acto en que nos ganó a todos la vida, según las expresivas frases de S. Pedro (1-2-24): "Llevó todos nuestros pecados en su cuerpo sobre el leño de la Cruz, para que muertos al pecado, vivamos a la santidad", viene a este sagrado leño la santidad máxima: materialmente por el contacto íntimo con el cuerpo del Salvador y formalmente porque en él se realizó la destrucción, la inmolación completa del mismo Señor en obsequio a la divinidad. Por eso la Iglesia canta en sus estrofas: Luxtras sex, etc.
Tú solo fuiste digna y mereciste
el que en ti se ofreciese en sacrificio;
ser arca y preparar al mundo triste
el puerto en que evitaste el sacrificio;
la sangre del cordero más sagrada
te roció de tu cuerpo destilada.
Acojámonos, devotos del Sto. Cristo de los Afligidos, a esta arca santa, pues entrando en ella, seremos todos salvos y llegaremos al puerto de la gloria con facilidad suma, llevando la rama verde de la inmortalidad.
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