Oración para este día: "Hodie mecum eris in paradiso" (Hoy estarás conmigo en el paraíso) (S. Lucas 23, 43)
Jesús crucificado, lleno de amor, de cuyo corazón abierto brotan a raudales copiosas aguas de la misericordia de Dios para con los hombres. Jesús, tierno y bondadoso, que en un momento perdonas al buen ladrón sus enormes pecados para enseñarnos la grandeza de tu gracia, capaz de convertir en un instante a los mayores pecadores en grandes santos, haz que no nos obstinemos en nuestras iniquidades, acabando nuestra vida en la impenitencia final, sino que, como el buen ladrón, las detestemos, implorando contritos el perdón de tu clemencia para merecer oír como él, de tus labios, en la hora de nuestra muerte, estas palabras: "hoy estarás conmigo en el Paraíso". Amén
Meditación: La cruz amada de los hombres. Homnibus multum amabilis
Entre los milagros que obró en la tierra Jesucristo, nuestro Redentor, ocupa lugar preferente el hacer amable lo que antes de Él personificaba el odio, el escarnio y la infamia. Cierto que dulce hizo el Salvador su cuna de Belén y amable el taller de Nazaret; que se mostró maestro en las bienaventuranzas, soberano en la barca de Pedro subyugando la tempestad, sublime en el monte Olivete levantándose a los cielos; pero donde aparece más dulce, amable, más sabio, es en la cruz atrayendo a la humanidad entera hacia Dios y estableciendo el pacto de amistad entre el cielo y la tierra, pues, como dice el P. Granada "quien pusiera los ojos en la cruz, luego echará de ver que todas sus ramas dan fruto de paciencia y mansedumbre" y porque, como cantó un poeta
Siempre la cruz, donde el consuelo anida,
del débil y del fuerte
entre Dios y los hombres suspendida
dignificó la lucha de la vida
y endulzó la amargura de la muerte.
Por eso no es de extrañar que la historia cristiana esté llena de enamorados de la cruz y veamos que, desde la Ssma. virgen, que se abrazó a la cruz con su hijo, desde la Magdalena, que la amó ardientemente y desde S. Pablo, que se crucificó a sí mismo, y en esa crucifixión rebosó la felicidad, hasta los mártires más modernos, todos amaron tanto el seguimiento y aceptación de la cruz que nada sabían sino las enseñanzas que de ella se desprenden. Allá fue a estudiarla Sta. Teresa de Jesús, allá fue el estático S. Bernardo, allá fueron los fundadores de religiones y allí tienen que ir a beber como en fuente única, todos los que quieran echar las primeras líneas en la escuela de la santidad.
Amemos nosotros, devotos del Sto. Cristo de los Afligidos, el camino de la Cruz, que siguió nuestro adorable Redentor, porque él será siempre el camino de la vida humana, endulzado por el río de misericordia que sale de su Corazón, abierto por la lanza del soldado en el árbol de la Cruz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario